La
combinación de tres factores, crisis, desempleo y escalada de precios de
matrícula universitaria comienza a estimular el cuestionamiento sobre la
educación universitaria. La interrogante a responder es si, al fin y al cabo,
pagar el precio de ir a la universidad es un buen negocio.
La
importancia de la enseñanza superior está bajo sospecha. Aunque el número de
estudiantes norteamericanos matriculados en las facultades de EE.UU. sea mayor
que nunca, la combinación de una serie de factores como el aumento de los
costos, el crecimiento de la deuda estudiantil y la disminución de las
perspectivas de empleo, ha llevado a un número cada vez mayor de críticos a
preguntarse si el
estudiante que invierte en un curso superior está haciendo un buen negocio.
Peter Thiel, uno de los fundadores de PayPal, es uno de los principales críticos de ese tipo de
inversión. Para él, la
enseñanza superior se ha convertido en una burbuja peligrosa.
Thiel, graduado en derecho en la Universidad de Stanford, decidió poner en práctica lo que
piensa: está concediendo una beca de dos años por valor de US$ 100.000 a 20
emprendedores jóvenes para que desarrollen sus ideas de negocios en vez de ir a
la universidad. Al igual que otras burbujas, la de la enseñanza superior
"se caracteriza por unos costos descontrolados en que las personas pagan
cada vez más por algo cuya calidad no ha mejorado", dijo Thiel el 12 de
octubre con ocasión de un debate en Chicago patrocinado por la web Intelligence Squared
U.S.
Los defensores de la enseñanza superior contraatacan
diciendo que este tipo de formación nunca ha sido tan importante como ahora, ya que los
empleadores exigen un nivel de estudios y entrenamiento avanzado a los
trabajadores que forman parte de una economía que hoy en día es global y está
dirigida por la tecnología. "China e India están formando personas en
nivel superior", observa Vivek
Wadhwa, investigador de la Universidad de Duke, la Facultad de
Derecho de Harvard y de Berkeley.
"Si EE.UU. decide bajar el grado de exigencia escolar en el país, mientras
en el resto de naciones del mundo el nivel de educación es cada vez más
elevado, seremos una futura nación del tercer mundo", evalúa Wadhwa,
fundador de dos empresas de software.
Poca
gente pone en duda el valor económico de una enseñanza, como mínimo, superior
al bachillerato, ya que la
renta tiende a subir de forma acentuada con la adquisición de estudios de nivel
superior. Lo que queda por saber es quién se beneficiará de una
experiencia de cuatro años proporcionada por la enseñanza superior, y cuáles
serían las alternativas factibles. "No hay un camino único hasta la línea
de llegada", observa Eric
Bradlow, profesor de Márketing de Wharton. "El
sistema educativo debería propiciar numerosas oportunidades".
El
debate tiene como telón de fondo los rápidos cambios derivados de la
automatización incesante, de la subcontratación en el extranjero del empleo y,
a veces, por los datos dispares sobre el impacto de tales cambios. A
continuación un análisis de los principales elementos de ambos lados de la
discusión sobre la importancia, o no, de hacer estudios universitarios:
El precio de los estudios ha estado
subiendo de forma increíble. Los gastos de matrícula y
asociados a la educación en las facultades y universidades americanas subieron
un 439% en dólares actuales (sin tener en cuenta la inflación) de 1982 a 2007,
según un informe de 2008 del Centro Nacional de Políticas Públicas y Educación Superior de
San José, en California. El valor superó el aumento del 251% de los costos
en salud en el mismo periodo, y fue cerca de tres veces mayor que el
crecimiento de la renta familiar media.
Aunque
el valor de US$ 50.000 o más cobrado por las facultades y universidades
privadas de élite haya merecido ocupar los titulares de los medios de
comunicación, los
aumentos más fuertes tuvieron lugar en las escuelas públicas
que acogen a cerca de ¾ de los universitarios americanos. Los problemas de
dinero de los Estados contribuyen a ese aumento al haber reducido el
presupuesto destinado a la educación y haber hecho que los alumnos se tengan que
hacer cargo de una mayor parte de la cuenta educativa. Los gastos y tasas de
matriculación, por ejemplo, se han duplicado en la Universidad de
California desde 2005, lo que generó protestas por parte de los estudiantes
en el campus de Berkeley.
Con
el aumento de los costos, creció también el volumen de la deuda. De media, los
universitarios que se graduaron en 2009 acumularon US$ 24.000 en créditos
educativos, un aumento del 6% respecto al año anterior, según datos del
Instituto de Acceso & Éxito Universitario de Oakland, California. El
presidente Barack Obama
dijo que usará su autoridad ejecutiva en la elaboración de un proyecto que
permita disminuir el valor de los préstamos de muchos de los contratantes,
además de ofrecer opciones adicionales para la consolidación y la reducción del
periodo de tiempo después del que la deuda restante es perdonada.
Además de
tener que soportar una deuda enorme, los graduados tienen que enfrentarse al
mercado de trabajo más duro desde hace años. Datos obtenidos por el Centro
de Estudios del Mercado de Trabajo de la Universidad Northwestern muestran una caída en el porcentaje de graduados
con menos de 25 años que consiguieron empleo: en 2000, ese porcentaje era del
81%; de octubre de 2010 a marzo de 2011, el valor registrado fue del 74,4%. El
porcentaje de graduados recientes con un empleo que exige poseer un título de
enseñanza superior cayó más aún, del 59,7% en 2000, a un 45,9%, señal de que
algunos graduados acabaron trabajando como camareros o aparcacoches.
Mientras
tanto, la automatización y la subcontratación de empleos de EEUU en otros
países están modificando el lugar de trabajo. El programa Excel, de Microsoft,
realiza hoy en día tareas que exigían antiguamente la contratación de
programadores por parte de las empresas, observa Peter Cappelli,
profesor de management y director del Centro de Recursos Humanos en la
Universidad de Wharton. La tecnología ha facilitado el desplazamiento al
exterior de posiciones ocupadas por trabajadores de cuello blanco. Es común que
los radiólogos de Bangalore, en India, hagan la lectura de los rayos X
hospitalarios, añade Cappelli, mientras que trabajadores de Filipinas se ocupen
de las tareas administrativas de bancos americanos.
Este tipo
de tendencias se están acelerando. "El volumen de empleos
subcontratados en el exterior va a seguir creciendo", evalúa Alan
Blinder, economista de la Universidad de Princeton. Los graduados que probablemente más sufrirán
serán aquellos "que se vieron obligados a cursar la enseñanza
superior", y que acabaron en empleos del área de programación que pueden
ser fácilmente subcontratados, dice Blinder. Esas personas se verán forzadas a
competir con gente que gana poco en otros países, lo que "deprecia el
retorno" de la inversión hecha en la facultad. Ese tipo de alumno
ganaría más si usara sus habilidades en un curso de electricista, carpintero o
fontanero, dice Blinder. "Sin embargo, si alguien me preguntara si
sería mejor mandar más o menos jóvenes a la universidad", añade, "yo
diría que más es mejor, pero no un 100%".
El
consuelo es que la renta tiende a aumentar cuando aumenta el nivel de estudios.
"Las evidencias empíricas son claras en ese aspecto", observa Anthony
Carnevale, director del Centro Educativo y de Fuerza de Trabajo de la Universidad de Georgetown. "Un diploma universitario hoy en día vale
cerca de US$ 1,2 millones más que un diploma de bachillerato" en términos
de renta media a lo largo de la vida, dice Carnevale, mientras que
prácticamente cualquier estudio posterior al bachillerato puede elevar la
renta. Un título superior de dos años (associate en inglés) en arte vale cerca
de US$ 425.000 más que un diploma de bachillerato, por ejemplo, e incluso los
que no llegaron a terminar la carrera tienen posibilidades de ganar US$ 240.000
más que quienes dejaron de estudiar en bachillerato.
Está
claro que esas estimaciones admiten incontables variaciones. Un ingeniero del
área de petróleo sin ninguna especialización gana, de media, US$ 120.000 al
año, es decir, más de tres veces la renta media de US$ 36.000 de una persona
que enseña en cursos anteriores a la educación básica después de hacer un
postgrado en el área de educación infantil. "El área en que se hace un
postgrado es muy importante", dice Carnevale.
Hay
personas que se titulan en la enseñanza superior y ganan menos que otras que
sólo tienen un diploma de bachillerato. Un electricista que no fue a la
facultad llega a ganar, de media, US$ 1,8 millones a lo largo de su vida, según
datos de la Universidad de Georgetown, comparado con US$ 1,5 millones de
un agente inmobiliario con título universitario.
La
educación superior trae beneficios adicionales, dicen los defensores de la
educación universitaria. "En la facultad", observa Wadhwa, "la
persona aprende diversas disciplinas: márketing, matemáticas, entre otras
cosas. Estas amplían los horizontes del individuo y le dan una base para que
él desarrolle otros conocimientos".
Eso será
fundamental en una economía cambiante, dice Cappelli. "El problema básico
es la incertidumbre respecto al mercado de trabajo en el futuro. Eso
refuerza la importancia de aprender, de adaptarse y de adquirir nuevos
conocimientos, lo que parece apuntar hacia la necesidad de cursar la enseñanza
superior".
Convertirse
en un emprendedor
Thiel
dijo en Chicago que, al principio, sólo contrataba gente formada en
universidades punteras para las plazas disponibles en PayPal. Después, cambió
de opinión. "Vi tanta gente con talento en Silicon Valley que no había
hecho ninguna carrera superior y a la que le había ido tan bien. Ellas eran más
creativas en algunos aspectos y no tenían que soportar las deudas enormes del
crédito educativo. Eso parece haber inspirado, en parte, la concesión de becas
de postgrado de Thiel Fellowship, permitiendo que jóvenes emprendedores
desarrollen sus ideas empresariales en vez de ir a la universidad.
Los
escépticos cuestionan esa estrategia. "¿Cuál es la ventaja de pedir a los
jóvenes que funden una empresa a los 18 años, en vez de hacerlo a los
22?", se pregunta Cappelli. "No le encuentro fundamento. El buen
emprendedor es aquel que sabe lo que está haciendo, que entiende el sector en
que actúa y sabe descifrar la competencia. Si la persona no cuenta con la
educación adecuada, ya sea formal, o práctica, no es posible que tenga
éxito".
Según
Wadhwa, un estudio con cerca de 500 empresas de ingeniería y de tecnología en
que participó, ilustra muy bien ese punto. Se constató que las empresas
emergentes lanzadas por ex universitarios de 1995 a 2005 tuvieron un
rendimiento superior a las empresas emergentes lanzadas en el mismo periodo por
emprendedores con sólo un diploma de bachillerato. Las empresas creadas por ex
alumnos de bachillerato tuvieron ventas menores, de media, que las ventas
anuales y el número de empleados, de media, que las empresas emergentes en
general.
Si
partiéramos del principio de que la enseñanza es, de hecho, vital para el éxito
de la economía global, hay países que parecen estar por delante de EE.UU. Este
país aparece en el séptimo lugar de un total de 29 países avanzados en el
porcentaje de jóvenes adultos matriculados en universidades; y en el décimo
quinto lugar en el número de certificados y diplomas concedidos por cada 100
matriculados, según datos del Centro Nacional de Políticas y Educación
Públicas.
La
elevada tasa de abandono significa que muchos estudiantes americanos necesitan
ahora pagar los abultados préstamos sin el beneficio de haber obtenido un
diploma que los ayude a conseguir empleo. "Mucha gente que va a la
facultad no tiene éxito", observa Richard Vedder, economista de la Universidad de Ohio y director del Centro de Accesibilidad y
Productividad Universitaria de Washington, D.C. "Más del 40% de los
alumnos no se gradúan en el plazo de seis años. Por lo tanto, hay un riesgo
sustancial asociado al curso superior". Mucha gente que se ha graduado de
bachillerato está acudiendo a los community colleges (ofrecen cursos de dos
años de duración) en busca de entrenamiento vocacional y de una oportunidad para
transferirse a las instituciones que ofrecen cursos de cuatro años de duración.
Las matrículas en las escuelas con cursos de dos años pasaron de representar el
45% de todas las facultades y universidades públicas americanas, en 1990, hasta
situarse en cerca de un 49% en 2009, según datos del Centro Nacional de
Estadísticas de Educación (NCES).
Pero lo
gastos de matrícula de los community colleges está sufriendo presiones, ya que
los Estados están dejando de apoyarlos. "Esas instituciones están pasando por
grandes dificultades", observa Laura Perna, profesora de la Graduate School of Education de la Universidad de Pensilvania. "Ellos
tienen la tradición de cobrar barato para facilitar el mayor acceso posible.
Con el aumento de lo que se cobra, tal vez no puedan aceptar a todos los que
desean matricularse".
Entre
otras escuelas que atraen a estudiantes destacan las instituciones con fines de
lucro como las Universidades de DeVry, Kaplan y Phoenix. La matrícula en esas
instituciones pasó del 1,5% de todos los alumnos matriculados en facultades y
universidades, en 1990, a un 8,8% en 2009, según el NCES. Las instituciones con
fines de lucro atraen sobre todo a familias y estudiantes de color de baja
renta, resalta Perna, y están experimentando un "crecimiento fantástico en
el número de matrículas". Ellas centran también la ira de los críticos que
acusan a muchas de estas instituciones de tener tasas bajas de formados y de
colocación, además de niveles exorbitantes de deuda estudiantil. En junio, el
Gobierno Obama promulgó normas que exigen a las instituciones con fines
lucrativos, cuyos alumnos obtuvieron préstamos federales, la demostración de
que los graduados están en condiciones de satisfacer un cierto nivel de
exigencias de pago.
Perspectivas
El debate
acalorado en torno a la enseñanza superior, es decir, si se trata, o no, de
una buena inversión, tendrá que salir a relucir en cualquier momento. Se
discute si las escuelas, de dos o de cuatro años, estarían produciendo la gente
suficiente para atender la futuras necesidades profesionales. Aunque el Centro
Georgetown de Educación y Fuerza de Trabajo diga que EE.UU. tendrá un
déficit de tres millones de personas con nivel superior en 2018, otros
investigadores rebaten la metodología empleada en esa proyección y no prevén
ninguna escasez en el futuro. Pocos, sin embargo, dudan de que algún tipo de
educación post-secundaria sea vital para la economía actual. "Es nuestra
obligación velar para que todos puedan estudiar", dice Perna. "Las
diferentes trayectorias son todas preparatorias para la obtención de un trabajo
significativo".
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